De un tiempo a esta parte, Disney amolda a sus tradicionales animados en imagen auténtica. El resultado es un grupo de películas sin interés artístico. Una sucesión de artículos que en taquilla funcionen realmente bien, pero que en grupo carecen de alma, pese a directivos como Tim Burton y Kenneth Brannagh, o intérpretes como Johnny Depp y Angelina Jolie, hayan intentado poner algún punto de interés en películas como La cenicienta, Alicia en el país de las maravillas o Maléfica. Esto era de esta forma hasta el día en que Jon Favreau cogió el encargo de regentar El libro de la selva. Jon Favreau, directivo de Iron Man, regresa a regentar una enorme superproducción tras el paréntesis que fue la espléndida Chef. Favreau demostró ser mucho más capaz que sus compañeros directivos y poco ha inventado en esta adaptación. Se ha con limite a amoldar la novela de Rudyard Kipling, al paso que conciliaba el imaginario del libro con el de la habitual versión animada de Disney de 1967. Por si acaso no sabéis de qué va, cinco céntimos. Mowgli es un niño humano que fué criado por una familia de lobos. La llegada del arriesgado tigre Shere Khan, que ha prometido remover toda amenaza humana de la región, ordena a Mowgli a dejar la vivienda que ha popular a lo largo de toda la vida y arrancar un viaje de autodescubrimiento, acompañando de la leal pantera Bagheera y del despreocupado oso Baloo. Primeramente, hay que charlar del aspecto visual de la película, completamente portentoso. La técnica usada es exactamente la misma que La vida de Pi. Rodada íntegramente en una investigación, es inconcebible meditar que estos panoramas fueron recreados por pc en un prodigio de tecnología que nos recuerda a los niveles de El viaje de Arlo. En lo que se refiere a las bestias, tres cuartos de exactamente los mismos, si no fuese que charlen, absolutamente nadie se propondría que no existen. El libro de la selva es un espectáculo visual como nunca vimos en el cine, que nos absorbe y nos introduce en esta espléndida jungla. El personaje principal es el joven Neel Sethi, en su primera incursión cinematográfica, llena de lozanía y vericidad, nos da una interpretación distanciada de los pequeños repelentes que anegan las producciones de Hollywood. Las voces de los animales que solo se gozarán en la versión original son de genuino lujo, en los papeles primordiales contamos a Bill Murray (Baloo), Ben Kingsley (Bagheera) y también Idris Elba (Shere Khan); y en los secundarios Lupita Nyong’o, Scarlett Johansson y Christopher Walken. Si ahora por sí la novela de Kipling es una pieza maestra y no es necesario mudar bastante nada, Favreau le ha conocido ofrecer alma a la película y hizo que nos enamoremos de estos individuos. Quizás los 2 momentos musicales están introducidos con calzador, mucho más el segundo que el primero que está realmente bien que viene dentro, pero es un defecto perdonable y que, en cambio, el público mucho más nostálgico de la versión animada de Disney ha aplaudido. Favreau aumenta el nivel sensible que tenía la versión animada y provoca que esta todavía la gozemos mucho más. La película es un viaje a nuestra niñez, ya que la película es una fábula del poder destructivo del hombre y de la pérdida de la inocencia, en un relato tradicional de buenos y pésimos. El libro de la selva no quiere inventar nada narrativamente, como sí lo realiza tecnológicamente. Es la narración de mi vida, que entretuve y emocioné y de la que no puedes separar la visión por su excepcional hermosura. Favreu ha cogido el guante de Iron man y nos dispara al corazón dónde se encuentra su mejor desde el momento en que contó las aventuras del hombre de hierro, con una visión mucho más adulta que la del tradicional animado, con la capacidad de llegar tanto a enormes como pequeños con distintas mensajes al estilo Pixar. Una pieza maestra, no se la pierdan.
Fuente: Ninguna es impecable