continuacion de las aventuras de los tres mosqueteros autor frances

En el momento en que charlamos del escritor francés Alejandro Dumas todos pensamos en sus libros de aventuras, como Los tres mosqueteros (1844) o El Conde de Montecristo (1845). No obstante, no es necesario pasar por prominente dado que este creador durante su trayectoria profesional asimismo hizo la creación de un muy, muy amplio número de proyectos, y entre todas y cada una en este momento nos vamos a centrar en las de terror.

Sí, sí, de qué forma lo sientes. Dumas asimismo se animó a llevar a cabo incursiones en el género del horror y lo logró con enorme maestría legándonos trabajos tan atrayentes como estos que exponemos ahora:

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Veinte años después, novela de tintes de otoño, es mucho más melancólica. Los mosqueteros llegaron a la cuarentena, se han dispersado y sirven en bandos distintas: unos están con Mazarino, otros con los rebelados de La Fronda.

No obstante, prosiguen siendo leales a la vieja amistad y juntos van a correr de nuevo incontables riesgos y aventuras, tanto en Francia como en Inglaterra. Una increíble novela de acción que tras un siglo y medio pervive en la memoria por su talento y felicidad.

Un tradicional atemporal

La da un giro de los tres mosqueteros una parte de de las mejores novelas de aventuras de siempre para subir a escena una creación teatral moderna llena de singularidad, música directamente y humor. La obra está interpretada por Beatriz Solís, Ángel Fragua, João Figueira y Tiago Poiares. Los actores dan vida a unos individuos llenos de contradicciones. «Los defectos, los vicios, la ética y las reacciones reprochables de estos individuos es lo que exactamente les entrega una excepcional humanidad a la novela.

Admitir que Athos es alcohólico, que Porthos extorsiona al marido del su apasionado, que Aramis revela vocación religiosa pero no puede ocultar su amor y que D’Artagnan, un joven muy vehemente y con pasión que se afirma completamente enamorado a una mujer y se encama al tiempo con otra, es buscar al bastante universal que logramos hallar en los humanos y -exactamente esto- es lo que deseamos ver plasmado en las acciones y en el espacio. A esto se aúnan las intrigas y maquinaciones políticas del cardenal Richelieu. Asimismo las tretas y juegos de la sensual Milady de la mano del maligno Rochefort, la puerilidad de los reyes de Francia y la inocencia de Constance».

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